Prueba de sonido en 10 minutos. La consola no funciona.

Un escenario familiar: el evento ha terminado, el equipo ha vuelto al almacén. Todo parece bien, nadie se queja. El equipo —incluida la consola de mezcla— vuelve a su estantería.
Unos días después, se envía de nuevo a otro espectáculo, otro cliente.

Y es entonces cuando todo empieza a fallar.
Uno de los canales no funciona.
O un fader se atasca.
O la consola ni siquiera se enciende.

El escenario está montado, la prueba de sonido es inminente — y la mesa principal está muerta.
Empieza el pánico:
“¿Hay alguien en la base que pueda traer una de repuesto?”
“¿Llegará a tiempo con el tráfico?”
“Si todos estamos ya aquí, ¿cuánto tardará en ir y volver?”

Mientras tanto, los artistas ya están en el lugar.
Sus técnicos y sonidistas están furiosos.
Todos esperan.

¿Y si en el almacén no hay una sustitución adecuada?
Entonces toca rearmar el set a toda prisa — reducir canales, eliminar líneas de monitor, reconectar sobre la marcha — o buscar desesperadamente un subalquiler urgente.
Y con los riders técnicos, no sirve “cualquier consola”: las marcas y modelos especificados son innegociables.
Cualquier alternativa puede ser rechazada al instante.

A veces hay que reconfigurar todo el sistema desde cero. En directo. Bajo presión. Sin tiempo y sin margen de error.
Un solo retraso — y se arruina el horario, o peor, todo el evento.

Y todo este caos ocurre porque nadie detectó o registró el fallo cuando la consola volvió del proyecto anterior.

En Golova, esto se resuelve directamente en la fase de devolución.
Si la consola está claramente averiada, el técnico puede marcarla inmediatamente como “fuera de servicio” y añadir un comentario, por ejemplo:
“no enciende”,
“falla el canal 3”,
“el fader 5 se atasca”.

El sistema la elimina automáticamente de todas las futuras reservas — queda fuera hasta que se repare.
Si el fallo no está confirmado pero hay sospechas, el equipo puede marcarse manualmente en el catálogo como “requiere diagnóstico”.
Así, nada se pasa por alto.

El resultado: menos fallos, menos estrés.
El equipo sabe que el material que recibe ha sido revisado y aprobado.
Y el equipo problemático se queda fuera del escenario — hasta que esté realmente listo.